martes 10 de mayo de 2022
En momentos de penurias económicas, siempre hubo dificultades para construir equilibrios colaborativos entre socios organizacionalmente disímiles
A lo largo de los últimos tiempos aquí se sostuvo (ver Ganar perdiendo y perder ganando y La circularidad del voto negativo en la Argentina actual) que aquellos que con algarabía saludaban la tan mentada unidad de la oposición y la conformación de dos grandes bloques ideológicamente diferenciados, estaban festejando antes de tiempo.
Efectivamente, la configuración de dos amplios conglomerados partidarios no se debió, como se había sugerido, a un realineamiento virtuoso en torno a la adhesión a dos proyectos políticos contrastantes, nítidamente distinguibles por la ciudadanía, sino a la convergencia forzada, estimulada por los incentivos provistos por el sistema electoral, que termina reduciendo los espacios al eje gobierno-oposición (simbolizados en la coloquialmente denominada grieta entre kirchneristas y antikirchneristas). Asimismo, los frentes conformados para competir en las PASO no fueron producto de la unificación de fuerzas políticas ubicadas en una misma familia ideológica, bloque político o nicho de opinión en el electorado.